15 de abril de 2011

Viernes de la 5ª semana de Cuaresma Ciclo A.


Lecturas


Viernes 15 de Abril del 2011

Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías (20,10-13):

Oía el cuchicheo de la gente: «Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo.» Mis amigos acechaban mi traspié: «A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él.» Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 17,2-3a.3bc-4.5-6.7

R/.
En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/.

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R/.

Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte. R/.

En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios.
Desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (10,31-42):

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Él les replicó: «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?»
Los judíos le contestaron: «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios.»
Jesús les replicó: «¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.»
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad.»
Y muchos creyeron en él allí.

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio


Enrique Martinez cmf 


 A PEDRADAS CON DIOS

         ¡Es una pena! Este "diálogo" (probablemente no sea la palabra más apropiada) que viene teniendo lugar entre Jesús y «los judíos», en el Evangelio de los últimos días. Este grupo se siente en la obligación de «defender» a Dios, atacando cualquier sombra que pudiera alterar el «orden establecido». Están bien informados y formados en las costumbres religiosas tradicionales y -para ellos- indiscutibles e inalterables, conocen bien todas las normas que definen lo que es un «buen judío», y que son el reflejo de su «idea» de Dios. Es un Dios de normas, de obligaciones, un Dios de la Ley, al que se responde por su elección siendo fieles a los múltiples preceptos en que hay ido cuajando la Ley deMoisés. Ese esquema mental es tan rígido,y les da tanta seguridad, que no son capaces de «dialogar» con el que es distinto, el que piensa distinto...

         Da igual su coherencia personal, su acción en favor de los más débiles, sus milagros y curaciones... Lo que importa es la «observancia» y la «obediencia» a las autoridades, el templo, el sábado, la liturgia, la impureza... Se han olvidado del Dios que se reveló a Moisés escuchando el sufrimiento y la esclavitud de su pueblo, del Dios libertador y de la libertad, del Dios de la misericordia y la justicia, hasta el punto de haber convertido la relación con Dios en una verdadera esclavitud, en una prisión, donde el hombre es víctima de la Religión. Y no es una exageración: Los que defienden la religión y a Dios, tal como ellos lo entienden, quieren apedrear al Hijo de Dios. No lo consiguen hoy, pero van a sentenciar a muerte al Hijo de Dios, en el nombre de Dios, ayudados por la Ley de Dios y para defender la religión de Dios. 


             Aceptar que las cosas pudieran ser de otro modo, habría significado que ellos perdieran el poder y la influencia adquirida; habría significado que todo el tinglado religioso que tenían montado en torno al templo, estaba desvirtuado (una cueva de ladrones, que dijo Jesús); habría supuesto reconocer que a Dios no se le «compra» con ritos, sacrificios y cumplimientos legales; habría significado reconvertir todas las normas religiosas que se ponían por encima del hombre (el hombre es señor del Sábado); habría significado tirar todas las piedras de las manos (las mismas piedras con las que pretendían cargarse a la adúltera) y dejar de juzgar, condenar y eliminar al pecador, por mucho que lo sea, si eso significa que el adúltero o el blasfemo se «curan» quitándolos de en medio. 

           Así nos encontramos a Dios (al Hijo de Dios) queriéndonos subir a lo más alto: «Sois dioses», podemos ser uno con el Padre, somos morada del Espíritu... y a unos judíos poniendo etiquetas de «blasfemo», «pecadora», «adúltera», «impuro», etc en el nombre de Dios (¿no será que realmente no están hablando del mismo Dios?)

         Un serio toque de atención percibo en todo esto, porque nuestra historia pasada y presente no está exenta de errores (tampoco es la palabra más apropiada) similares, de actitudes similares, de fanatismos similares. Seguramente hoy nos lamentamos de lo que hizo aquel grupo de judíos con Jesús, por ser Jesús quien era. Lamentemos con la misma fuerza cada vez que nuestras ideas, esquemas mentales, tradiciones y demás.... nos incapacitan para reconocer las obras buenas de otros, y nos sentimos con autoridad para juzgar, callar, condenar, excluir... en el nombre del Dios Comunión. Y en mayor medida, en cuanto podamos tener alguna responsabilidad o autoridad dentro de la Comunidad cristiana.
Enrique Martínez, cmf.

Liturgia Viva

SIGNOS DE CONTRADICCIÓN  (Jer 20,10-13; Jn 10,31-42)

Introducción
Jesús, el Hijo de Dios, mostró en su vida y en sus obras que él no era un ser humano ordinario, incluso frente a la contradicción. Los cristianos, hijos e hijas de Dios con “h”  minúscula, aun los que tomen en serio su fe, encontrarán también contradicciones y sufrimiento. Ellos no pueden  transigir en sus principios, si ello fuera equivalente a traición o deshonestidad consigo mismos, con su fe, o con otros. Pero, muy bien saben ellos que están  en las manos de Dios. Y sus obras hablarán por sí mismas. Que con Jesús, Hijo de Dios, sepamos llevar a cabo el trabajo y misión que el Padre nos ha confiado.

Oración Colecta
Señor, Dios nuestro:
Tú eres un Dios leal,
siempre fiel a tus promesas.
Robustece nuestra fe,
para que, con Jesús,
sigamos siempre confiando en ti
a pesar de los prejuicios,
del ridículo y de la contradicción.
Otórganos la firme convicción
de que tú estás
irrevocablemente comprometido con nosotros
en Jesucristo, nuestro Señor.

Intenciones

- Por los hombres y mujeres perseguidos por causa de su fe y que se sienten como abandonados, para que encuentren fortaleza en la oración, roguemos al Señor.

- Por todos los que se sienten abandonados por Dios y por los hombres, para que aprendan de nuevo, a través de gente buena que se les acerque y les acoja, que Dios les ama y ellos están en sus manos, roguemos al Señor.

- Por las personas que hayan pecado seriamente, para que en estos días de Cuaresma, se arrepientan sinceramente y vuelvan de nuevo al Dios misericordioso, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios:
El signo de tu lealtad para con nosotros
es que tu Hijo viene a nosotros,
aquí y ahora en la eucaristía.
Guárdanos también a nosotros leales a ti
cuando tengamos que afrontar contradicción
a causa de nuestra fe.
Que el Espíritu Santo nos dé el don de fortaleza;
el mismo Espíritu que inspiró y fortaleció a tu Hijo,
Jesucristo nuestro Señor.

Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Jesús sufrió oposición
porque afirmó ser tu Hijo, el Hijo de Dios.
Que nosotros, que afirmamos también
ser tus hijos e hijas,
hagamos por amor
lo que tú quieres que hagamos,
para que la gente crea en ti y en tu Hijo,
no tanto por lo que hablamos y decimos,
sino por lo que somos y hacemos
inspirados por Jesucristo,
tu Hijo, nuestro Señor,
por los siglos de los siglos.

Bendición
Hermanos: Que nuestra fe en Jesús, el Señor, sea firme e inquebrantable. Sabemos muy bien lo mucho que él ha hecho por nosotros, cómo aguantó la contradicción, cómo sufrió y murió por nosotros. Él, el Hijo amado de Dios hecho hombre, nos ha hecho hijos e hijas del Padre. Por eso, con gozo recibimos ahora la bendición.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y  permanezca para siempre.